Impresiónes fotográficas en cera sobre fieltro con pigmento, gel y caramelo. 50×50 cm. 2012

«Todo lo que somos lo llevamos con nosotros en el viaje. Nos llevamos la casa de nuestra alma, como una tortuga con su armadura. En verdad, el viaje por los países del mundo es para el hombre un viaje simbólico. Dondequiera que vaya es su alma la que está buscando.»

Una frase de Andrei Tarkovsky que describe bien el viaje del artista Daniela Mastrangelo. Un viaje que se lleva a cabo en dos planos: el físico, moverse de un lugar a otro, y el espiritual, descubrirse como realmente se es. Viajar es como un vals. La primera vuelta, corres el riesgo de perder el equilibrio. Luego te quedas cautivado. Te das cuenta de que hay más y no quieres parar esa danza. Y así el juego se hace. Estás ebrio del deseo de conocer y de la emoción de descubrir. Termina la música y no queda más que la melancolía. Todo lo que somos lo llevamos con nosotros en el viaje. Dondequiera que vaya es la propia alma que está buscando. Esto es lo que ha vivido en la India. Buscar su alma en el reflejo de las miradas de ese pueblo, entre las máscaras que se usan cada día y la realidad en sus facetas. Fragmentos de vid que hablan de la búsqueda de la espiritualidad y la pureza. En una cotidianidad tan diferente de la occidental pero vinculada al reflejo de nuestra vida. Sus retratos, sus composiciones materiales son invitaciones a descender en nuestros abismos, en los instintos más íntimos. Perdiéndose en las profundidades del alma.

Escrito por Alessio Brugnoli